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NO ESTOY ENFERMO

NO ESTOY ENFERMO

 

“Hola, mi nombre es Gorka y os voy a describir mi cara. Mis ojos son de color miel y, a pesar de estar torcidos hacia arriba, son alegres. Mis orejas son pequeñas y están un poco dobladas. Tengo la boca pequeña y por eso mi lengua parece más grande que lo que es”.

 

Cierro el cuaderno con mucho cuidado para que las hojas no se doblen como mis orejas. Estos han sido mis deberes para hoy, describirme. A decir verdad, he tenido algo de ayuda de Internet para hacer esto. Internet es mágico, solo con escribir “Síndrome de Down” en Google encuentras un lugar en el que se describe cómo soy. Sí, tengo Síndrome de Down. Hace poco me lo dijeron mis padres y ahora estoy muy tranquilo. No sabía lo que me pasaba, porqué no me parecía a mis padres y porqué mis amigos aprendían tan rápido todo. La gente de la calle me dice que estoy enfermo pero yo no me siento enfermo. Ya sé lo qué es estar enfermo; una vez tuve dolor de tripa y estuve muy mal. Pero el Síndrome de Down no hace daño. Por lo menos, por ahora.

 

Hoy es un día especial. Voy a hacer una compra por primera vez. Una botella de zumo. Una botella de zumo, una botella de zumo...una y otra vez lo repito para no olvidarme .No soy tonto, recuerdo las cosas pero no quiero fallar en mi primera compra. Apago el ordenador, cojo las llaves de encima de la mesa y me voy a la calle.

 

Me gusta la calle. También la casa pero más la calle. En casa todo está siempre igual; la calle es un mundo. Tanto color, tanta gente distinta. Me he parado un poco para ver las nubes. Siempre les oigo a mis amigos de clase que se aburren pero yo no, estaría siempre mirando a las nubes sin aburrirme. Sigo mi camino y me vuelvo a parar delante de un restaurante chino. Me gustan los chinos, creo que se parecen a mí, ellos también son diferentes. Me ve el dueño del restaurante y con las manos pongo los ojos de chino. El dueño se ríe y se esfuerza en imitar la forma de mis ojos. Me río y sigo el camino de la tienda. Cuando paso al lado de un bar oigo ruido de disparos. Es el telediario, lo veo todas las noches y me asusto. Siempre lo mismo, personas disparándose entre ellas, robos, violaciones... Muchas veces cierro los ojos y me tapo los oídos con las manos. Al pasar por el parque he visto a un grupo de jóvenes tirar agua a una señora mayor. Qué raros son, yo no le tiraría nunca agua a mi abuelo! Por fin, llego a la tienda. Abro la puerta y recordando lo que tengo que comprar, entro. El tendero me conoce; voy a menudo a esa tienda con mi madre. Le pido lo que necesito  y él me dice “muy bien” con una gran sonrisa. Muy con cuidado me da la botella de zumo a la mano y me mete el dinero en el bolsillo para no perderlo. No sé porqué hace esas cosas, me trata como si fuera de porcelana. Mi piel es blanda, pero no se va a romper, joe! Al salir de la tienda le veo a un niño que se mete un paquete de galletas al bolsillo. Igual también es su primera compra y su madre no le ha enseñado que hay que pagar lo que se coge. Tomo el camino de vuelta sujetando la botella entre las manos. En el portal de una casa veo a una pareja gritándose y, de repente, el hombre le pega. En la calle de al lado de mi casa dos chicas me ven y, riéndose, hacen muecas como si estuviera loco. Tengo Síndrome de Down. A menudo la gente me dice que estoy loco, que soy diferente y que estoy enfermo. Pero yo estoy empezando a pensar que los que están “chalados” son ellos. ¿Cuál será el nombre de su enfermedad?

 

Koldo Carranza



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